29 de abril de 2013

El expreso de medianoche

Segunda entrega de la popular saga ferroviaria editada en España por Edge Entertainment. La acción transcurre a finales del siglo XIX, en los años dorados de los viajes de exploración científica, y nos propone competir por una empresa más pragmática, aburguesada y sin las resonancias líricas a la odisea protagonizada por el mítico personaje de la novela de Julio Verne que inspirase a su predecesor: extender el mayor imperio del ferrocarril jamás visto en tierras europeas. -Dimento Earl-

El tintineo del hielo en el copazo de la sobremesa;  el aroma de la lima fundiéndose al enebro, al cardamomo y a esos matices inidentificables propios de la ginebra de medio pelo con que agasajo a mis invitados; el rumor de las burbujas de la tónica al romperse acompasados por la música de Standstill de fondo; muy aplaudida la cena, buena digestión y mejor compañía. La mujer del gurú de "los juegos de mesa modernos" y la mía propia charlando desenfadadas mientras yo preparo las bebidas; 12:30 de la madrugada, aun es pronto... la noche pinta genial.

Así de pacífica y cordial transcurría esta velada entre amigos cuando Dimento Raf, ausente del salón desde hacía un par de minutos (le hacía en el baño maldiciendo los entrantes) irrumpió excitadísimo en la estancia con una caja gigantesca en las manos -debió introducirla de forma clandestina en mi casa... la próxima quedada, recibimiento afectuoso en la puerta y cacheo -   y empezó a balbucear cosas ininteligibles sobre una trilogía iniciática. Era tal su arrebato que cuando quisimos darnos cuenta, un tablero de dimensiones colosales estaba a punto de aterrizar sobre el mantel arrasando con todo a su paso. En la confusión que siguió a estos momentos de verdadero pánico, se produjo el incidente reseñado por el ideólogo de este blog en su crónica de ayer y que casi le cuesta el dedo índice de la mano derecha a mi chica.

Como ya se habrá notado, la de la foto no es la mesa en la que acaeció la partida. Esta pertenece a los aposentos de Dimento Raf. Debido a los vapores del alcohol y la maquinaria, todas las fotos de aquella noche salieron borrosas.
El despliegue visual y el acabado de los componentes de ¡Aventureros al Tren! Europa es alucinante. Y confieso haberme sentido atraído por la temática y ansioso por echar una partida desde el momento en que comenzaron las explicaciones. Qué se le va a hacer, tengo alma de magnate de los negocios: mi antigua condición de asalariado y las incursiones diarias al infojobs son el disfraz bajo el que se oculta el prócer del capitalismo que llevo dentro.

El caso es que, a pesar de esta conexión tan íntima entre dimento y juego, y tal vez movido por la presión del grupo, me sumé a aquel jolgorio inicial promovido por nuestras consortes y me entretuve disponiendo las piezas en formaciones muy variadas, a cuál más ridícula. Supongo que no faltó la clásica cópula entre vagoncitos... ¡Perdóname, maestro!


¿De qué va?

¡Aventureros al Tren! Europa es la segunda entrega de la popular saga ferroviaria editada en España por Edge Entertainment. La acción transcurre a finales del siglo XIX, en los años dorados de los viajes de exploración científica, y nos propone competir por una empresa más pragmática, aburguesada y sin las resonancias líricas a la odisea protagonizada por el mítico personaje de la novela de Julio Verne que inspirase a su predecesor: extender el mayor imperio del ferrocarril jamás visto en tierras europeas.
  
Las reglas, muy sencillitas, calaron rápido y tras comprobar aliviados que en los billetes se indica la ubicación exacta de los puntos de origen y destino, la partida arrancó sin más contratiempos. Dimentó Raf, algo crispado aun por nuestra insolencia previa, debió escuchar algún pitido en la estación imaginaria de su cabeza porque se autoconcedió empezar él sin dar más explicaciones.

El equipaje con el que parten los jugadores contiene 4 cartas ilustradas con vagones de distintos colores o una locomotora; otras tantas de destino indicando los trayectos a realizar y la puntuación que se obtiene al completarlas, y una bolsa llena con los celebradísimos furgones en miniatura, además de 3 bonitas estaciones de plástico.

En cada turno, los aspirantes a Phileas Rockefeller Fogg deberán optar entre completar un recorrido, hacerse con dos de las cartas de vagón expuestas sobre la mesa (solo una, si se trata de una locomotora), robar a ciegas una pareja del mazo, levantar una estación, o -en fases del juego más avanzadas - tomar 3 billetes de destino adicionales y quedarse con al menos uno de ellos.

Las rutas se construyen ocupando los tramos de vía férrea que conectan entre sí las capitales con un vagón de plástico por cada casilla de separación. Para ello, es preciso contar con tantas cartas de vagón como etapas tenga el recorrido a cubrir y del color indicado en el tablero. La excepción son los trayectos grises, que demandan un número concreto de cartas del mismo color, pero dejando a conveniencia del jugador la elección del mismo. 

Las locomotoras, además de actuar como comodines, son imprescindibles para completar los viajes en ferry, una de las tres novedades que, según me comentó el ilustradísimo Dimento Raf,  presenta este Aventureros al Tren respecto a su antecesor. La segunda, son los dichosos túneles: el coste de estos recorridos viene determinado por la longitud del trayecto, pero se levantan tres cartas de vagón del mazo y si alguna coincide con el color empleado para unir las dos ciudades, se exige un descarte adicional. El azar se cebó conmigo durante toda la partida... ¡Maldita mi suerte! Y la tercera, las estaciones, que ubicadas sobre una de las urbes del mapa, permiten utilizar los tramos ocupados por un contrincante para completar una ruta propia.

Con estos mimbres sobre el tapete, la velada recuperó ese tono de copeteo amable al que me he referido al principio. ¿Demasiado pacífica y cordial? Tal vez. Lo cierto es que, en un ambiente tan distendido, no hubo que lamentar pleitos ni reyertas entre los pasajeros. Tras el recuento final de puntos, la victoria de Dimento Raf fue recibida con una cierta indiferencia, síntoma del poco músculo empleado por el resto de nosotros durante los casi 90 minutos de juego.

Creo que a esta partida (la primera de muchas, espero) le faltó una pizca de maldad, de riña en la disputa de los trayectos y algún que otro sabotaje deliberado, pero lo atribuyo más a las circunstancias (acabamos a eso de las 2:30 de la madrugada y a esas horas algunos andábamos con ganas de trasladar los traseros al chill out-lounge-sofá) que a la supuesta atonía de un juego que gustó mucho a los "no iniciados".

Segundo asalto de Dimento Earl a la terna de vacas sagradas. El primero, contra Carcassonne se saldó con un vapuleo mental de cojones, producto de mi afición al vodka. Este, espoleados todos los participantes por el gin-tonic, ha quedado en tablas y pendiente de resolverse a la vuelta. Solo me resta batirme con el Colonos de Catán para cerrar la trilogía. Y mi hígado está pidiendo a gritos celebrar ese encuentro bajo los auspicios de un whiskazo. Gracias al sentido de la oportunidad de Dimento Raf, probar juegos bebiendo se está convirtiendo en una tradición. ¡Ojalá perdure!


B.S.O. de la partida: Adelante Bonaparte, Standstill (2010)
Música de fondo de la reseña:  Continuo, Avishai Cohen (2006)
Entradas relacionadas: Dimentopolis - ¡Aventureros al tren! Europa


Aventureros el Tren Europa está disponible en Dimento Games por 39,55€.

Dimento Earl
'Neófito pendenciero' y discípulo de Dimento Raf.

Ludoteca: préstamos y alguna adquisición vitalicia.
Ocupación actual: reciclando el karma por todas las partidas no echadas.

2 comentarios:

Sin lugar a dudas me gusta mas el primero, tambien es verdad que solo he jugado ha estos dos

¡Hola de nuevo!

Imprescindible cualquiera de ellos, ¿no crees?

Nosotros tampoco hemos jugado a otras variantes, aunque nos han hablado maravillas de la ampliación "Alvin & Dexter", que es compatible con todas las ediciones.

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